¿Colapsa el sistema de jubilaciones y pensiones? El mayor peligro del futuro y qué hacer para prepararse

Las personas viven cada vez más tiempo pero tienen cada vez menos hijos. Los gobiernos ya tienen muchos problemas para dar cobertura a sus jubilados y el futuro luce oscuro. Cómo prepararse antes de que sea tarde.

man on grass field looking at sky
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¿Por qué debería preocuparte la demografía?

Los sistemas de jubilaciones tradicionales funcionan como una cadena: los trabajadores de hoy aportan para pagar a quienes ya están jubilados. Si esa cadena se adelgaza —porque nacen menos personas y más gente llega a la vejez—, hay menos trabajadores para sostener a más jubilados. Eso presiona las cuentas del Estado y los fondos previsionales. Resultado: o se suben los aportes, o se baja lo que se paga, o se sube la edad para jubilarse. Las proyecciones demográficas muestran que la población mayor crece y seguirá creciendo en las próximas décadas.

¿Es un problema de países ricos solamente? No: afecta mucho a Latinoamérica

Aunque los desafíos demográficos empezaron a notarse en países desarrollados —como Japón, Italia o naciones de Europa del Este—, Latinoamérica se sumó en los últimos años a esta tendencia.

La situación es fácil de entender pero difícil de revertir: la mayoría de los países registra una caída pronunciada en la tasa de natalidad (es decir, nacen menos niños) y, al mismo tiempo, en especial en América Latina, hay niveles altos de empleo informal. Mucha gente trabaja sin aportar o aporta de forma irregular. Eso debilita la “base” de aportantes más de lo que muestran las estadísticas oficiales.

Con menos aportantes formales y más beneficiarios, y Estados con recursos limitados, la sostenibilidad del sistema se complica: las pensiones terminarán representando una porción mayor del PIB y será cada vez más difícil financiarlas.

La tecnología y la IA: ¿van a crear trabajo o a destruirlo?

La automatización y la inteligencia artificial traen más productividad y también empleos nuevos, pero la transición no es automática ni indolora. Estudios serios estiman que millones podrían necesitar cambiar de ocupación o capacitarse rápido para no quedar afuera. Si una parte importante de la población pierde empleos estables —o pasa a trabajos con ingresos más inestables—, también disminuye la capacidad de aportar al sistema de reparto.

¿Colapso total o erosión lenta? ¿Cuál es el peor escenario realista?

Hay dos formas de verlo y conviene tener ambas en mente:

• Colapso abrupto (menos probable pero posible en crisis fiscales graves): recortes rápidos, pagos demorados o quitas.

• Erosión lenta (más probable): subidas sucesivas de la edad de jubilación y pérdida del poder adquisitivo de los haberes —la jubilación llega, pero alcanza para cada vez menos.

En la práctica: aunque no ocurra un “colapso” dramático, si la edad sube mucho o los montos bajan significativamente, vas a necesitar otra fuente de ingresos en la vejez para no tener que trabajar intensamente en tus últimos años solo para sobrevivir.

La natalidad se desplomó en los últimos 10 años

La caída de la natalidad se aceleró de forma notable en la última década, especialmente en Latinoamérica. En la pre- y pospandemia comenzaron a aparecer estadísticas parecidas a las de Europa y algunos países asiáticos, que ya están en etapas más avanzadas de envejecimiento poblacional.

¿Qué significa esto para una persona joven o que recién empieza a trabajar?

Si tenés 20, 30 o 40 años —ya sea que trabajes en blanco, en negro o de forma parcialmente informal— tenés que saber que para el momento en que llegues a la edad de jubilarte (una edad que probablemente aumente con el tiempo) el sistema va a estar en un punto crítico.

Concretamente: no esperes que el sistema formal te garantice cobertura completa. Si te preocupa la estabilidad, pensar alternativas desde ahora te da tiempo para construir algo sólido y no depender únicamente de decisiones políticas futuras.

¿Qué podés empezar a hacer ahora?

Lo más importante es no perder tiempo: empezá ya a pensar en tu futuro. Ordená tus finanzas; ahorrar de a poco crea margen para cualquier plan futuro.

Buscá asesoría profesional cuando quieras pasar de la idea a la acción: un diagnóstico personalizado te evita perder tiempo y plata.

La idea es simple: construir capas de protección. Si el sistema falla o se achica, tener otras fuentes (ahorro, activos, inversiones) te va a dar más opciones.

¿Cómo te podemos ayudar en Estudio Malagoli?

En Estudio Malagoli te acompañamos con asesoramiento profesional (especialistas autorizados por la CNV) para evaluar alternativas que complementen tu futuro: planificación, análisis de vehículos de ahorro y evaluación patrimonial.

Trabajamos con clientes en la elaboración de programas de fondos de retiro, que permiten acumular ahorros individuales invertidos en mercados financieros, diversificando el riesgo y evitando la dependencia total de subsidios estatales que podrían colapsar bajo presiones económicas.

Los fondos de retiro privados fomentan la independencia financiera al ofrecer mayor control sobre las inversiones y retornos potencialmente superiores a los esquemas públicos, que a menudo se ven limitados por inversiones conservadoras y riesgos políticos. En contextos de crisis, los planes privados pueden actuar como un colchón frente a la volatilidad de los sistemas públicos.

Esto es especialmente relevante en Latinoamérica, donde la informalidad laboral reduce las contribuciones públicas, haciendo que el ahorro privado sea esencial para mitigar el riesgo de pobreza en la vejez y asegurar un retiro digno ante proyecciones de tensión previsional en varios países.

También ofrecemos asesoramiento y oportunidades de inversión en Argentina y en el exterior, en sectores como el inmobiliario, apertura de cuentas y asistencia en transferencias internacionales.

¿Querés saber más o recibir atención personalizada? Escribinos a contacto@estudiomalagoli.com.